jueves, 6 de junio de 2013

NINGÚN PAÍS CIVILIZADO DEL MUNDO CONSENTIRÍA QUE SU INDUSTRIA EDITORIAL RADICASE DONDE ESTUVIERA PROHIB IDO SU IDIOMA, España es diferente.



Nadie puede imaginar que la industria editorial francesa, italiana, alemana o inglesa radicara en un lugar donde tales idiomas estuviesen prohibidos.
Nosotros mantenemos en Barcelona la mayor parte de las ediciones en español, aunque allí se persigue el español, se multa su uso y se impide a los niños estudiar en español. Por consiguiente, ningún titulado de las universidades de esa región conoce el castellano a fondo. Para dominar literariamente un idioma, no basta con estudiar filología; hay que usarlo cotidianamente y estudiarlo de manera culta. Estas circunstancias no suceden con los correctores/editores actuales de las editoriales radicadas en Barcelona que con frecuencia son auténticos analfabetos en español.Son indescriptibles las torpezas que comenten al “corregir” los originales, de manera que en la actualidad leemos las peores prosas de nuestra historia.

A mí me estropearon tanto un origiinal, que resultó que la novela no trataba exactamente de lo que yo había descrito. La culpa fue de un “CORRECTOR” (creo que correctora), que ignoraba nociones básicas de la sintaxis española.

Las ediciones actuales de Barcelona son idiomáticamente muy groseras, usan barbarismos y anglicismos constantes e innecesarios, repiten las preposiciones de manera pleonásmica y para colmo de lo inadmisible, introducen mensajes racistas-separatistas en las traducciones, sobre todo de novelas ambientadas en el Medievo.

Es enojosamente frecuente comprobar que donde los autores extranjeros escriben “Reino de Aragón” (un poderoso reino medieval), los traductores-correctores de las editoriales de Barcelona escriben “Cataluña”, que no era el nombre de ningún estado medieval.

POR EL BIEN DE NUESTRA PROSA Y POR LA RECUPERACIÓN DE LA RELEVANCIA MUNDIAL DE NUESTRA LITERATURA, TENEMOS QUE SACAR LAS EDITORIALES EN ESPAÑOL DE BARCELONA.